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Reflections from Cocos Island National Park Guard Esteban Herrera

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Wake up, open your eyes and know that you are in a special place.  You are more than  more than 500 miles from the nearest road.  Here you are protected from the issues on the nightly news and your only concern is to complete your work and to navigate through the challenges of the day until once again you reconvene with co-workers at dinner.  
We are tired after a day of heavy rain, of arduous patrols on steep hills, but we are satisfied and happy that we are protecting our home.
While patrolling the island, I sit on a boat and watch the sharks swim and schools of fish quiet swim alongside.  I am gazing into a completely different world, with other sounds, it evokes deep feelings and I feel privileged. I think of my family so far away, but also know I am always among family when I’m here.

In the afternoon I walk through majestic trees, mossy, and I feel the humidity.  I inhale deeply and feel the purity of isolation; I put my feet where few people have been before.  The pristine waterfall crashes and the birds greet us.
I am absolutely certain that this island is alive. She breathes, and becomes more beautiful everyday.
Today is just another day. We have many wonders to protect and this great responsibility rests on the shoulders of a few. I am proud to say I work here, I am proud to say my heart resides here and I am proud to say I am a ranger of Cocos Island National Park.

Despertar, abrir los ojos y saber que eres uno de los pocos en un lugar a más de 500 kilómetros de la carretera más cercana, para que ver el noticiero si lo importante está aquí y la única preocupación es cumplir el trabajo y esperar reunirnos a la cena todos a salvo de los peligros del día, cansados, tras de un día de fuertes lluvias, de un mar incesante y poderoso que merece respeto o tras largas caminatas por empinados cerros, no parece un trabajo, es más una familia manteniendo su casa lo mejor posible, no es solo nuestra por eso se debe cuidar, quienes nos visitan , dueños también, deben quedar satisfechos con nuestro quehacer.

Otro día más, sentado en un bote observando los tiburones nadando tranquilos junto cardúmenes de peces, parece un imposible ver esto desde la superficie, dar la espalda al mar una exhalación y dejarse ir a un mundo totalmente diferente, con otro sonido, adentrarse en las profundidades sintiéndose privilegiado de poder echar un vistazo al pasado un día cualquiera, así eran los mares hace tantos años, pero yo lo veo hoy, lo disfruto y pienso en tantas personas que desconocen de este lugar aun siendo dueños del mismo. Pienso en mi familia tan lejana, pero recuerdo que siempre me encuentro entre familia cuando estoy aquí.
Y en la tarde caminando entre arboles majestuosos, llenos de musgo, sintiendo la humedad, inhalando fuerte la pureza del aislamiento, poniendo lo pies donde pocas personas los han puesto, tomando agua en nacientes sin nombre, viendo cataratas tal vez nunca vistas, con los pájaros saludando cerca nuestro, escuchando el mar cuando nos acercamos a los acantilados que bañan de agua dulce la inmensidad del Pacifico, tal vez parece irreal, que este pequeño punto tan lejano este tan lleno de vida, tengo la total seguridad que esta Isla está viva, respira, su sangre fluye y todo lo bueno e impresionante se vuelve cotidiano en la Isla más bella del mundo. Es solo un día más, muchas maravillas que proteger mucha responsabilidad sobre pocos, pero todos orgullosos de poder decir yo trabajo aquí, aquí está mi corazón y cuando la dañan me dañan a mí, soy guardaparques y trabajo en el Parque Nacional Isla del Coco.
Esteban Herrera Herrera
Parque Nacional Isla del Coco